En menos de siete días, Nuevo León ha sido testigo de una nueva alerta que revive uno de los problemas más graves que enfrenta el estado: la desaparición de menores de edad. En este caso, se trata de Evelin Guisell, Fátima Guadalupe y Claritza Nicol, tres adolescentes de entre 14 y 15 años que desaparecieron en distintos municipios del área metropolitana y el oriente del estado.
Las autoridades ya emitieron fichas de búsqueda, pero mientras las horas pasan y no hay señales claras de su paradero, la preocupación entre sus familias y la sociedad crece. Este tipo de casos, lejos de ser aislados, reflejan una constante en el estado: la vulnerabilidad que enfrentan niñas y adolescentes en un entorno donde la seguridad pública parece no estar garantizada para todos.
La ciudadanía exige respuestas, acciones concretas y una estrategia efectiva que no solo reaccione cuando ya hay víctimas, sino que prevenga estos hechos antes de que se repitan.
Los casos que encendieron las alertas
Las desapariciones ocurrieron entre el 18 y el 20 de abril, en escenarios distintos pero con un patrón común: todas las víctimas son adolescentes y desaparecieron sin dejar rastro en zonas urbanas o semiurbanas.
Evelin Guisell, de 15 años, fue vista por última vez en una brecha conocida como El Hueso, ubicada en el municipio de China, al oriente de Nuevo León. De nacionalidad mexicana, su ficha describe que tiene cabello castaño oscuro corto, tez blanca, ojos café oscuro y estatura de 1.50 metros. Como señas particulares, se menciona un lunar en la nariz, acné en el rostro y una cicatriz en la frente.
El mismo día, pero en el municipio de Guadalupe, desapareció Fátima Guadalupe, de 14 años. Su última ubicación registrada fue en la colonia Dos Ríos. También mexicana, es descrita como una joven de cabello negro lacio, tez morena clara y complexión delgada, con estatura de 1.60 metros. Hasta el momento, se desconoce la vestimenta que llevaba al momento de su desaparición.
Dos días después, el 20 de abril, desapareció en Monterrey la joven Claritza Nicol, también de 14 años y de nacionalidad hondureña. Se le vio por última vez en la colonia Industrial. Claritza tiene cabello negro rizado, tez blanca, ojos café claro y mide 1.60 metros. Su ficha menciona un lunar café en la ceja izquierda y que lleva brackets.
Las tres fichas fueron emitidas por el Grupo Especializado de Búsqueda Inmediata de la Agencia Estatal de Investigaciones. Aunque las autoridades han dado difusión a sus perfiles, familiares y colectivos han señalado que se requiere mucho más que alertas digitales para encontrar a estas jóvenes.
Una crisis que se repite
Nuevo León ha registrado de manera constante desapariciones de mujeres jóvenes, especialmente en el rango de los 12 a los 19 años. En varios casos, las víctimas no son localizadas, o bien, son encontradas en condiciones alarmantes. Esto ha generado una crisis de confianza en las instituciones encargadas de garantizar la seguridad y dar seguimiento efectivo a los casos.
El patrón se repite: la familia denuncia, se emite una ficha de búsqueda, y luego viene el silencio institucional. Mientras tanto, la angustia de los padres, hermanos y amigos se multiplica con cada día que pasa sin respuestas. Aunque existen protocolos como la Alerta Amber o las fichas del grupo de búsqueda inmediata, el seguimiento suele ser lento y las investigaciones poco transparentes.
Además, persiste la falta de perspectiva de género en muchas de estas investigaciones. Organizaciones de la sociedad civil han denunciado que en ocasiones se revictimiza a las menores o se minimiza el hecho al sugerir que “se fueron por voluntad propia”, sin agotar primero todas las líneas de investigación posibles.
A esto se suma el contexto de violencia estructural que vive la entidad, donde muchas desapariciones están ligadas a redes de trata, explotación o delitos graves, y donde la impunidad ha sido una constante.

Homicidios siguen siendo una preocupación
El gobernador Samuel García había prometido que el número de homicidios en febrero no superaría los 60, lo que representaba un esfuerzo por reducir la violencia en un contexto de creciente preocupación por la inseguridad. Sin embargo, la realidad fue otra. La Fiscalía de Nuevo León reportó un total de 64 homicidios, lo que demuestra que la meta del gobernador no solo no se cumplió, sino que se superó. Este fracaso en cumplir con las expectativas genera serias preguntas sobre las estrategias que el gobierno ha implementado para combatir la violencia en el estado. Aunque las autoridades siguen destacando la disminución del 37% en comparación con el mismo mes del año anterior, los números siguen siendo preocupantes, con un promedio de más de dos homicidios por día en febrero.
El hecho de que el gobernador no haya cumplido con la meta, a pesar de los esfuerzos de su administración, refleja la dificultad de abordar la violencia en un estado que ha sido históricamente afectado por la criminalidad. Las cifras de homicidios siguen siendo altas, lo que indica que las políticas de seguridad, hasta ahora implementadas, no han tenido el impacto esperado. Esta situación no solo afecta la seguridad de los ciudadanos, sino que también pone en duda la efectividad del gobierno de Samuel García en uno de los temas más críticos de la agenda pública.
Declaraciones del gobernador generan dudas
Una de las declaraciones más polémicas de García fue la afirmación de que los homicidios se habían reducido en un 70%. Sin embargo, esta cifra nunca fue detallada ni explicada de manera clara. El gobernador no ofreció información sobre los métodos o las estadísticas detrás de este cálculo, lo que ha generado escepticismo entre los expertos y la ciudadanía. Aunque García afirmó que la disminución de los homicidios era un logro importante, no presentó pruebas o datos que respaldaran esta afirmación, lo que deja abierta la puerta a la duda sobre la veracidad de su discurso. Este tipo de declaraciones sin un respaldo adecuado solo contribuyen a aumentar la desconfianza en las políticas de seguridad del estado.
El tema de la seguridad sigue siendo uno de los más sensibles para los regiomontanos, y la falta de transparencia en las cifras y los resultados está minando la confianza de la población. Muchos ciudadanos temen que la información presentada por el gobierno no sea precisa o que se esté maquillando la realidad para dar una imagen de control que no corresponde con la situación actual en las calles. En lugar de una respuesta clara y fundamentada, el gobierno de Samuel García parece optar por afirmaciones que no explican adecuadamente los problemas de fondo que enfrentan los habitantes de Nuevo León.
¿Quieres saber más sobre el tema? Lee el siguiente artículo.
Estrategias de seguridad en entredicho
Con el aumento de los homicidios en febrero, surgen serias dudas sobre la efectividad de las estrategias de seguridad implementadas por el gobierno estatal. Aunque en los últimos meses se han anunciado esfuerzos para reforzar la seguridad, como la inversión en nuevos equipos y el fortalecimiento de la coordinación entre las fuerzas de seguridad, los resultados siguen siendo insatisfactorios. A pesar de que las autoridades locales afirman haber logrado una reducción en otros delitos, los homicidios siguen siendo una constante amenaza.
El hecho de que el número de homicidios continúe superando las expectativas, incluso con un aparente esfuerzo por parte del gobierno, sugiere que las estrategias actuales pueden no estar funcionando como se esperaba. La falta de resultados tangibles en la reducción de la violencia refleja la complejidad de los problemas de seguridad en Nuevo León, que van más allá de las cifras y requieren un enfoque más integral para abordar las causas subyacentes de la criminalidad. Además, el malestar de la población crece, ya que muchos no perciben cambios reales en su día a día, a pesar de las declaraciones del gobernador y de los esfuerzos gubernamentales.
El fracaso de Samuel García en cumplir su meta de reducir los homicidios en febrero refleja la persistente crisis de seguridad en Nuevo León. A pesar de las declaraciones optimistas del gobernador, las cifras siguen siendo alarmantes, con 64 homicidios reportados en el mes, mucho más de los 60 que se habían fijado como objetivo. La falta de transparencia y de datos claros sobre la supuesta reducción del 70% en homicidios genera desconfianza, mientras que la inseguridad continúa afectando a los ciudadanos. Las estrategias de seguridad, aunque anunciadas con bombo y platillo, parecen no tener el impacto esperado, lo que deja en evidencia la necesidad urgente de replantear las políticas públicas en materia de seguridad.
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